domingo, 24 de febrero de 2013

Un viejo que leía novelas de amor, de Luis Sepúlveda


Reseña personal.

Una breve novela en la que Luis Sepúlveda, ferviente defensor de la naturaleza, nos hace reflexionar sobre los límites de esta y de la tan nombrada civilización.  Una enorme defensa de determinados valores asociados a culturas primitivas y alejados de la ambición propia de culturas mas "civilizadas".

Escrita con un lenguaje exquisito y cuidado, evocando los mejores textos de la literatura sudamericana, y mezclando la realidad y la ficción en un juego dificil de descifrar, nos lleva a esos ambientes que desde occidente nos parecen fruto de la magía, pero que quizá no lo sean tanto.

Reseña de la editorial.

Antonio José Bolivar Proaño vive en El Idilio, un pueblo remoto en la región amazónica de los indios shuar (mal llamados jibaros), y con ellos ha aprendido a conocer la Selva y sus leyes, a respetar a os animales y los indígenas que la pueblan, pero también a cazar el temible trigrillo como ningún blanco jamás pudo hacerlo. Un buen día decidió leer con pasión las novelas de amor -del verdadero, del que hace sufrir- que dos veces al año le lleva el dentista Rubicundo Loachamín para distraer las solitarias noches ecuatoriales de su incipiente vejez. En ellas intenta alejarse un pco d ela fanfarrona estupidez de esos codiciosos forasteros que creen dominar la Selva porque van armados hasta los dientes, pero que no saben cómo enfrentarse a una fiera enloquecida porque le han matado sus crías. Descritas en un lenguaje cristalino, escueto y preciso, las aventuras y las emociones del viejo Bolivar Proaño dificilmente abandonarán nuestra memoria.

Luis Sepúlveda.

Nació en Ovalle, Chile, en 1.949. Muy joven aún, decidió ser viajero como quien decide ser oficinista. De Tierra del Fuego a Oslo, de Barcelona a Quito, de la selva amazónica al desierto de los saharauis, de las celdas de Pinochet al barco de Greenpeace, recorrió todos los territorios posibles de la geografía y las utopías. Y, mientras viajaba, escribia. Publicó el primero de sus muchos libros, la mayoría inéditos, a los veinte años. En 1.992, a partir de su publicación en Frnacia de Un viejo que leía novelas de amor, se convirtió en uno de los libros más traducidos y leídos en el mundo.

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