jueves, 28 de junio de 2012

Patagonia express, de Luis Sepúlveda


Reseña personal.

Cada vez que uno se plantea escribir se cuestiona si tiene algo que contar, si la historia que tiene dentro tiene algún interés para alguien. Cuando la fortuna te lleva a encontrar un personaje como Luis Sepúlveda, viajero incansble comprometido con sus sueños, te empequeñeces al ver cuantas historias de interés puede contar.

A través este viaje de ida y vuelta a la búsqueda de sus orígenes, Luis Sepúlveda nos lleva a lo largo de toda su existencia, mostrándonos la multitud de personajes con los que ha compartido esa existencia, personajes plenos de vida por el compromiso que ellos mismos tienen con la propia vida.

Con un lenguaje exquisito, propio de un escritor de gran sensibilidad, nos transporta a lo largo del cono sus americano
llevándonos a lugares y tiempos insospechados para nosotros mundanos supervivientes.

Reseña de la editorial.

Luis Sepúlveda, trotamundos por devoción y, a veces, por obligación, nos invita a acompñarle, codo con codo, en alguno de los periplos de su vida. Desde sus primeros pasos en la militancia política, iniciados de la mano de su abuelo, un ácrata jubilado, y que le llevarán a la cárcel y después al exilio por diferentes paises de America del Sur, hasta el reencuentro feliz, años después con la Patagonia y Tierra del Fuego, con sus poblados y sus gentes, perdidos en la desolada inmensidad del paisaje, como el tren que da título al libro. Así, conoceremos a marineros vagabundos, profesores más aficionados al casino y los prostíbulos que a las aulas, ricas familias con problemas de descendencia, bardos de la región, locutores altruistas o aviadores enloquecidos. Una ruta personal que zigzaguea por el continente en viajes de ida y de regreso, y que sólo alcanzará su verdadero destino cuando Sepúlveda llegue al lugar que le prometió a su abuelo.

Luis Sepúlveda.

Nació en Ovalle, Chile, en 1.949. Muy joven aún, decidió ser viajero como quien decide ser oficinista. De Tierra del Fuego a Oslo, de Barcelona a Quito, de la selva amazónica al desierto de los saharauis, de las celdas de Pinochet al barco de Greenpeace, recorrió todos los territorios posibles de la geografía y las utopías. Y, mientras viajaba, escribia. Publicó el primero de sus muchos libros, la mayoría inéditos, a los veinte años. En 1.992, a partir de su publicación en Frnacia de Un viejo que leía novelas de amor, se convirtió en uno de los libros más traducidos y leídos en el mundo.



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