sábado, 13 de octubre de 2012

Cuentos de Eva Luna, de Isabel Allende


Reseña personal.

Hace unos dias, casualmente, buceando por internet, cayo en mis manos, o mejor dicho, en mi pantalla, el primero de los cuentos de esta colección, me gustó tanto que decidií volver a leerlos, y desempolvé la edición que andaba por casa.

Tengo la constumbre de utilizar como marcapáginas documentos, billetes de avión, recetas, recibos, etc. que luego me permiten evocar la época en que leí un libro. En este caso, al hojear esta vieja edición, me dí cuenta que esta sería la tercera vez que leía esta obra, y me dí cuenta, gracias a unas recetas que allí encontré, que un momento de mi vida, había recurrido a estos cuentos para ayudarme a salir de los malos momentos que estaba viviendo,

Todas estas circustáncias me predispusieron a leerlos con una avidez nueva, casí con deseo. Y en contra de lo que enn estos casos suele suceder, mis espectativas no se vieron frustradas, sino mas bien todo lo contrario, apareció en estos cuentos la mejor Isabell Allende que recordara, con un lenguaje exquisito que me recordaba al sublime García Marquez, rebosante de ternura y de imaginación, seguramente porque como ella misma dice en la introducción, lo escribió también en un momento especial de su vida. 

Nota de Isabell Allende a la edición.

A veces el destino nos sorprende con una pirueta de circo. Eso me ocurrió en 1987, cuando en un viaje de conferencias conocí a un americano en San Francisco, Willie Gordon, de quien me enamoré como una quinceañera, aunque ya tenía cuarenta y cinco inviernos entre pecho y espalda. Decidí que no tenía ni un minuto que perder. Sin aguardar una invitación, me trasladé a casa de Wille, después de abandonar todo lo que me ataba a Venezuela, incluso mis hijos. Las condiciones era precarias. Debía adaptarme a otro país y a otra familia; además no contaba con soledad, silencio y una habitación propia para escribir. Una colección de cuentos era lo único que podía intentar en estas cicustancias, porque la única ventaja que tiene este género -el mas dificil de todos- es que se trabaja en tiempo fragmentado. Escribí estos veintitrés cuentos en el automóvil, en los cafés, en un parque, en un rincón de la oficina de Willie. Casi todos son de amor, porque es lo único que me importaba en esos momentos.


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